Enanos emprendedores, hijos de mamá emprendedora
La cosa se complicó cuando le comenté que se me hacían muchos dibujos (200 tarjetas en cuestión de días) y él, con singular alegría, me dijo que no me preocupara que no estaba regalando su tiempo… lo estaba vendiendo.
Tenía una libreta donde apuntaba los nombres de sus clientes, sus pedidos, su total y los abonos que le iban dando. Después ponía “pagado y entregado”. Todo un enano emprendedor.