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Cremas anti-arrugas y demás potingues

Yo no sé tú pero yo estoy hasta las narices de las cremas anti-arrugas y demás potingues anti-edad o anti-envejecimiento.

¿Por qué el afán de meternos en la cabeza que estamos envejeciendo?

Esa costumbre de decirnos que a partir de cierta edad ya vamos de bajada… como si supieran exactamente cuándo va a terminar la vida de cada una.

Es lo mismo que cuando nos dicen que llegamos a la mitad de nuestra vida, ¿cuál es la mitad? Vamos a ver, ¿cómo pueden saber que es la mitad sino saben cuánto voy a durar?

Tengo un verdadero problema con las cremas anti-arrugas

Empezando por las etiquetas que te sugieren qué crema debes usar según la década en la que te encuentras… ya sabes 40+, 50+, etc.

¡Por favor!

Obviamente yo no tengo idea de ingredientes de cremas, tratamientos, sueros y demás potingues y que quede claro, tampoco es que tenga nada contra las cremas en sí mismas, tengo serios problemas con las ideas que nos venden, con las imágenes que plasman en sus anuncios y con las incongruencias.

Hace poco leía que todas estas cremas anti-arrugas, en realidad, son tratamientos de momento, o sea, que sí cumplen lo que prometen (por decirlo así) pero de forma momentánea, que en realidad no penetran más allá de la parte superficial de la piel y por eso se logra ver como un efecto tensor.

Pero siendo totalmente honesta contigo, lo que me saca de mis casillas (cosa que es bastante fácil, por cierto) es el hecho de que nos quiera vender la idea de que debemos aceptarnos como somos, aceptar el paso de la edad, no pretender vernos como chiquillas de veinte años; pero nos venden cosas para no envejecer… o sea ¿cómo?

Nos aceptamos con arrugas o entramos en el rollo de las cremas anti-arrugas

Yo he decidido aceptarme como soy y como me veo. Eso no quiere decir que no me cuide.

Hace unos años me entró una ansiedad por la vejez, por verme cada vez más cansada y, sí, más vieja.

Esto, de verdad, me llevó a comprarme cuanto potingue veía y que prometía borrarme todas las marcas de mi cara.

Fue extenuante… nunca he sido una mujer que dedique demasiado tiempo al cuidado personal; y pasar por el proceso de acostumbrarme a invertir cierto (demasiado para mí) tiempo en untarme menjurjes llegó a ser desesperante.

Hace poco llegué a la conclusión de que cuanto más me enfoco en quitarme las arrugas, estas parece que más se asoman; así que decidí dejarlas en paz.

Soy jetona, es decir, demasiado expresiva con cara

Siendo realista, a simple vista, ni arrugas tengo, sólo mi piel que está padeciendo con la ley de la gravedad.

Las benditas líneas de expresión o arrugas sólo se me marcan cuando me río o cuando hago alguna expresión de las mías.

Conclusión: mis supuestas arrugas son líneas de felicidad así que las acepto como son. No dejo de cuidarme, lavo mi cara todos los días (sí, dos veces) y me pongo crema hidratante, hago ejercicios faciales para fortalecer los más de 30 músculos que tengo en la cara y nada más.

Envejecer con dignidad, como dicen algunos, es aceptar que el tiempo pasa para todos y que cada pequeña marca en nuestra cara o cuerpo no es más que el recordatorio de lo que hemos vivido y de la experiencia que hemos adquirido; pero, sobre todo, un reflejo de cómo nos sentimos.

Así que a sonreír más, a ser felices y a aprovechar nuestra cara y cuerpo como es, que así nos han traído hasta hoy y nos hacen hermosas y espectaculares.

firma Rocio Casas

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