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Envejecer ¿con dignidad?

Envejecer con dignidad,  yo no sé a ti, pero a mí esta frase me revuelve el estómago.

Cuando era niña, cada vez que cumplía años me felicitaban y me decían que era maravilloso e increíble cómo iba creciendo.

Sin embargo, cuando llegué a cierta edad empezaron a usar términos como envejecer, hacerse vieja, etc.

No tengo gran problema con el término envejecer como tal; tengo un enorme problema con lo que fuera de contexto puede significar.

Me gustan mucho las palabras, soy fan del idioma español; pero creo que hemos perdido un poco el sentido que le damos a las mismas.

Además de que tengo cierta obsesión con la congruencia.

Ahí es donde esta frase, como tal, no tiene mayor complicación, pero usada fuera de contexto o como se usa en la mayoría de las publicaciones o como se nos quiere imponer tiene una implicación más allá del significado real en sí mismo.

Envejecer con dignidad, según algunos, es lo mismo que disfrazarte de “viejita”

Cuando llegamos a cierta edad, nos empiezan a meter títulos como “vestimenta / outfit para mujeres de 40 años”, “tratamientos de belleza para mujeres de 40 años”, “ejercicios específicos para las mujeres de 40”, “cortes de cabello ideales para mujeres de 40”, “el color que mejor te queda si ya pasaste de los 40”, etc.

Para mí, un montón de basura.

Igual soy la única mujer que no tiene un título en colorimetría, o no soy Quimicofarmacobióloga; aunque sí tengo un  título  en diseño de modas.

En fin, básicamente, tomando en cuenta mi conocimiento en moda, estoy completamente de acuerdo con la frase “de la moda, lo que te acomoda”:

Obviamente no desde la perspectiva de la cual nos la plantean. No creo, para nada, que alguien pueda decidir, de forma general, que le queda bien o no, a una mujer de 40, 50 o 60 años.

En principio, lo que hace que algo quede bien o no, no lo define la edad, lo define tu cuerpo, pero para mí, es más importante la actitud.

Por más que te pongas un vestido espectacular, que para los “expertos” sea perfecto para ti y que luzcas como hecha a mano… si tú no te sientes cómoda, vas a parecer un adefesio.

El brillo de tu personalidad te lo va a dar únicamente el que tú te sientas bien.

Pasa lo mismo con las cremas, shampoos, tratamientos de belleza o antiarrugas; no depende de la edad el que funcionen o no, depende de la piel, del organismo.

Pero claro, si yo quiero vender una crema antiarrugas, pongo una modelo de 20 y tantos años, con la piel hermosa y digo que tengo la crema perfecta para las mujeres de 40 años; o pongo una de 40 pero súper maquillada o editada.

¿Qué consigo?

Que todas las mujeres quieran tener esa piel y me compran la idea de que realmente funciona.

Como no soy experta en componentes, no te puedo asegurar si todas las cremas tienen lo mismo o no, pero lo que sí te puedo asegurar es que he usado todo tipo de cremas con promesas infinitas que no funcionan para mi piel.

Conozco montones de mujeres que utilizan la crema Nivea de toda la vida y tienen una piel envidiable, sin embargo, a mí, no me funciona.

Ahí es donde entra el concepto “de la moda, lo que te acomoda”

O vamos directamente con un profesional y que nos dé la solución o nos lanzamos a experimentar hasta encontrar eso que nos funciona.

En realidad, en mi caso, tengo claro que el punto número uno de todo este rollo es la aceptación.

Necesito aceptarme como soy, no como me dicen que me voy a poner.

En esto entra lo de envejecer con dignidad.

Ahora resulta que si me da por usar ropa considerada “juvenil” es porque no estoy aceptando el paso de los años y pretendo ser una chiquilla.

Pues no, me la pongo porque me siento a gusto con ella, es decir, cómoda. Y tampoco me gusta el concepto de que los 40 son los nuevos 20; para nada. Tengo asumido que mis 20 pasaron hace mucho tiempo (25 años, para ser exactos).

No quiero verme como una mujer de 20, quiero verme como una mujer de 45; FELIZ.

Igual que el color de cabello o el corte. No me dejo influenciar por lo que está de moda o por lo que me dicen esos supuestos expertos.

Esto es algo que nos define a esta generación de mujeres.

Empezamos por aceptarnos; y cuando hablo de aceptarnos es también aceptar qué estilo o color de cabello queremos usar en este momento, qué tipo de ropa queremos ponernos o cómo queremos vivir nuestras vidas.

Yo, por lo menos, intento cada día ser lo más natural posible, pero, por encima de cualquier etiqueta o estereotipo, intento ser lo más honesta posible conmigo misma.

Empiezo por aceptar mis gustos, entre los que se encuentran cambiarme de corte o de color cada que me da la gana, pero por convicción, no por moda.

Mi estilo de vestir es entre cómoda, hippie y boho, pero es mío; ya no dejo que nadie me diga qué tengo o no que ponerme según mis 45 años.

He llegado a ese momento de mi vida en el que lo que quiero es verme al espejo y sentirme feliz cuando me veo y no verme en una fiesta de disfraces constante.

Hoy me siento libre de ponerme, quitarme, pintarme, despintarme, cortarme, enchinarme, plancharme, enseñar o esconder; según mi estado de ánimo o mis ganas.

No dejo que nadie más decida por mí, en ningún aspecto. No compro más la idea de que tengo que envejecer con dignidad…

Dignidad me sobra, pero envejecer no quiero.

Así que vivo mi vida, no me meto con nadie; y así como respeto a cada una pido el mismo respeto para mí.

He dejado de intentar ser diferente, eso sólo hacía que estuviera comparándome siempre con alguien para marcar esa diferencia; ahora busco ser única y eso implica aceptar quién soy, me parezca a alguien o no… eso, ya me da igual.

Lo bueno es que estoy convencida de que somos muchas mujeres que estamos en la misma tónica, pero aún nos falta encontrar, no sé si el valor o la fuerza, para mostrarnos tal como queremos.

Por eso, estamos preparando algo que será increíble… un lugar donde envejecer no es una opción pero crecer nos abre un mundo de posibilidades.

firma Rocio Casas

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