Cuando leíste que este post iba sobre la hipocresía de las mujeres, seguramente, brincaste de la silla para decir que no somos hipócritas o por lo menos tú no lo eres.
Y te entiendo… el punto es que no me estoy refiriendo a ese tipo de hipocresía, aunque sí creo que somos más hipócritas de lo que queremos aceptar.
Hoy quiero hablar de esa hipocresía en la que vivimos constantemente, de forma automática.
Tenemos una necesidad imperante de mostrar que estamos bien
No logro entender porqué lo hacemos, entiendo que no mostremos que estamos jodidas, por montones de razones; pero pasarnos la vida «fingiendo» que todo está bien me parece una tontería.
En mi opinión, es preferible no mostrar nada que mostrar la hipocresía de que todo está bien
Dice el dicho que si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada y en este caso coincido totalmente.
Veo publicaciones de amigas (y de no tan amigas) publicando frases súper positivas y motivadoras en las que incluyen sus comentarios personales como si todo en su vida fuera absolutamente perfecto y la realidad (porque las conozco) es que no es así, que en realidad están hechas un desastre.
No nos damos cuenta que, al final, todo esto no es más que un círculo vicioso creado por nosotras mismas. Nadie nos está diciendo que tenemos que hacerlo pero lo hacemos por inercia.
¿En qué momento nos convencieron de que teníamos que ser así?
Puede, y estoy convencida de ello, que en algún momento de nuestra existencia nos enseñaron a ser fuertes, a no mostrarnos vulnerables o, peor aún, a aguantar todo con una fortaleza incansable; pero tenemos que reconocer esa fortaleza de forma positiva.
Cuando digo que reconozcamos nuestra fortaleza de forma positiva es porque no demostramos nuestra fortaleza aguantando vara y fingiendo que todo está bien sino rompiendo paradigmas o estereotipos y siendo nosotras mismas.
Dejemos de fingir y seamos reales
No estoy diciendo que vayamos por el mundo mostrándonos vulnerables o contando nuestras penas, pero dejemos ya de vender una idea de nosotras que no es real.
A veces nos preguntamos porqué nadie se preocupa por nosotros, por llamarnos y preguntarnos si estamos bien; sin darnos cuenta de que estamos vendiendo que estamos genial, así que ¿por qué alguien se preocuparía?
Dejemos ya de fingir lo que no somos, dejemos de culpar a otros porque como nos enseñaron a ser y démonos ya el permiso de ser libres para quejarnos, enojarnos; vamos de sentir en todos los sentidos y dejemos de querer poner nuestra mejor cara sólo para hacer creer a los demás que somos más fuertes de lo que creen o para que no piensen que somos débiles.