En esta pregunta ¿cómo conseguir que me ayuden en casa?, hay tantas ideas implícitas que a mí me vuelven loca, pero esta semana más que nunca.
Hoy pensaba escribir sobre otra cosa, pero será para la próxima semana, así que no te lo vayas a perder que también va a estar muy bueno.
La verdad es que tengo cierto repelus con la palabra “ayuda” y no porque la considere mala o negativa, al contrario, soy fiel creyente que todas las palabras (hasta las groserías) son hermosas y tienen su razón y su significado.
Lo que sucede en particular con esta palabra es el uso que se le da.
Cuando te quieren vender asesoría, consultorías, cursos, talleres o terapia, suelen decirte “yo te quiero o te voy a ayudar”… y claro, algo dentro de mí hace explosión, es como si me subiera un vómito verbal por el esófago esperando a ser expulsado inmediatamente.
La palabra “ayuda”, siendo una hermosa palabra del idioma español tiene un significado y la que se encarga de esos significados (RAE) dice lo siguiente:
- Prestar cooperación.
- Auxiliar, socorrer.
- Hacer un esfuerzo, poner los medios para el logro de algo.
- Valerse de la cooperación o ayuda de alguien.
Entonces, según lo leo, en ningún lado pone “dar un servicio o producto a cambio de un pago, ya sea monetario o especie”.
A lo que voy, es que ayudar es de forma gratuita, la ayuda no implica un cobro o pago por ella, eso es vender y se deben usar otras palabras para referirse a eso que se ofrece.
Ahora, si hablamos de los quehaceres de casa, pues la cosa va por el mismo rumbo.
Resulta que si yo contrato a alguien para que limpie mi casa, tengo que referirme a eso como “buscar a alguien que me ayude” o “contratar a alguien que me ayude”.
¡Caramba! Si le voy a pagar o le estoy pagando, ¿Cuál ayuda? Yo pago para que me hagan algo, punto. Y a eso súmale que tengo que hablarle bonito y tratarla mejor de lo que se merece, no vaya siendo que se enoje y se vaya. No pues bueno…
Pero el colmo de la palabra es cuando la utilizamos para nuestros familiares. De verdad que siempre me ha chocado el término o la idea, pero esta semana fue la gotita que derramó mi vaso (que dicho sea de paso estaba bordando ya).
Ahora resulta (bueno no ahora, sino siempre) que tooooodo lo que tenga que ver con lo que se encuentre dentro de las paredes de esta casa, me toca a mí y sólo a mí. Si quiero que alguien haga algo, tengo que pedir “ayuda”.
Vamos a ver… ¿pues que no vivimos todos aquí?
¿Sólo yo uso ropa, sólo yo ensucio cacharros, sólo yo dejo que entre el polvo, sólo yo pierdo cabellos cuando me baño o cuando me peino, sólo yo duermo en todas las camas de esta casa, sólo yo…?.
Es decir, a mí me toca barrer, trapear, sacudir, lavar ropa, lavar cacharros, limpiar, limpiar baños, lavar sábanas, hacer camas, meter aguas al refri, meter refrescos al refri, cambiar el garrafón de agua, llenar el tanque de la cafetera, resurtir el cajón del café… y un millón de etcéteras más.
Además, de lavar el patio del perro, limpiar el arenero del gato, jugar con ellos un rato, ver que tengan comida, agua… hacer cita para el veterinario y la estética.
Ahhhhh… pedir el gas, estar pendiente de quién viene de visita, quién trae paquetes en entrega, verificar que haya todo lo necesario en casa para todo… y cocinar (me re-choca cocinar). Preparar la charola de comida de mi mamá para subirle la comida y subirla, o, en su defecto, pedir ayuda a alguien para que la suba.
Y tareas… sin contar la situación en la que estamos ahora con el homeschooling.
Esa fue la situación que este lunes me hizo caer en la realidad de las cosas. Todo esto que platico no me brincó ahora, me ha brincado siempre, pero como que lo vas dejando pasar. Esto de las clases en línea sólo ha venido a confirmar todo esto y me ha servido para tomar la decisión de “ya estuvo bueno ¿no?”
El lunes, en particular, me pasó lo siguiente:
6:30 Me levanto, bajo, me preparo un café y me tomo mis minutos para conectar con el planeta Tierra.
7:00 Acomodo algo que tenía pendiente en la bodeguita para ir ordenando algunas cosas que estaban fuera de lugar.
7:30 Me voy a lavar el patio del perro, aprovechando que los lunes pasa la basura para sacar todo lo acumulado del sábado y domingo. Normalmente esto me lleva, a lo mucho, una hora, pero como tenemos golondrinas haciendo nido en la puerta, tenía un relajo de hierbas y demás; así que, entre lavar, recoger y regar las plantas, me llevó hora y media.
8:00 Aproximadamente, sale mi esposo a decirme que ya se va…. Vale. Pero se queda parado en la puerta, esperando a que yo me despida, así que suelto la manguera y me acerco para despedirme.
8:30 Sale Mikel para decirme que no llega o no encuentra el enlace para su clase virtual de las 9:00; la verdad es que le contesté que “ni pex”, que le mandara un mensaje a la maestra o preguntara a sus compañeros. Mi esposo todavía no se va. Minutos después termino, mientras enrollo la manguera, mi esposo saca la camioneta. Yo entro a despertar a Santiago que también tiene clase a las 9:00.
8:45 Como loca buscando la clase de Mikel, al final apareció. La maestra esperó justo a las 8:50 para subir el enlace. Sacar la basura.
9:00 Santiago y Mikel en sus respectivas clases. Santiago termina en veinte minutos y decide limpiar su cuarto. Barre, trapea, cambia sábanas y pone sábanas y colcha en la lavadora. Yo le doy las gracias por ayudarme. Aprovecho para desayunar.
10:00 Me pongo a recoger la cocina, mientras Mikel está en su segunda clase del día. Mikel tiene que sacar unas palabras con cinco letras que le da la maestra y me pide ayuda, pleito, no se me ocurrieron demasiadas palabras de cinco letras. Santiago está limpiando.
11:00 Ayudo a Mikel a preparar un vídeo para la clase de Educación Física, Santiago nos ayuda grabando el vídeo. Mientras grabamos el vídeo y lo subí a la plataforma, nos dan las 12:00, Santiago tiene clase. La clase de Santiago termina en 15 minutos, le preguntó si terminó o se salió, se molesta porque, según él, no le creí.
12:00 Subo a vestirme y me encuentro con mi cama sin hacer. Hago mi cama y después, todo mi ritual mañanero de aseo y vestido.
12:30 Limpio el baño de los enanos.
13:00 Decido ponerme a trabajar. En realidad, escribí este post; porque a las 13:30 tengo que ir a cocinar.
Y ahora la pregunta del millón… ¿es en serio?
¿Y yo? Sigo sin conseguir que me ayuden
Ahora resulta que nadie puede hacer nada más de lo que “le toca”. Mis enanos, sólo lo que tenga que ver con su colegio (para lo cual, necesitan mi presencia, la mayoría de las veces); mi esposo, su trabajo y lo que tenga que ver con traer de la calle (para lo cual, también previa lista o pedido de mi parte); mi mamá sólo lo que tenga dentro de su habitación (o ponerme jetas porque estoy en la computadora).
Estoy cansada, harta y hasta la madre.
Si quiero conseguir a alguien que me “ayude” en casa, tengo que trabajar para conseguir dinero para pagarle, pero si trabajo en forma, no puedo hacer nada en casa, entonces soy una inútil e irresponsable.
Entonces ¿cómo le hago para conseguir que me ayuden?
Y eso sin contar que tengo 45 años, ya no soy la chiquilla que corre, brinca y salta y está como si nada; además de mi problema de columna que, con los años, me vuelve más lenta y duele ¡coño!, duele un chingo.
Además, cuando, por fin, tengo tiempo para hacer lo que quiero, me gusta y me apasiona, o sea, mi trabajo; estoy tan cansada, frustrada y enojada que ya no tengo ganas y, en vez de disfrutarlo, me pone de malas porque vivo al límite de tiempo para cumplir mis propias expectativas al respecto y no puedo cumplirlas.
Esto es para desestresarme, pero también es para comprometerme conmigo a que ¡ya no más!
No puedo seguir corriendo para cumplir con todo y con todos.
Después se preguntan porque no soy feliz, porque estoy siempre enojada o porque estoy siempre cansada si no hago nada.
¿Es en serio?
Sé que hay cosas que sí, que sí tengo que hacer yo (aunque el tengo, me cause urticaria) por lógica o por sentido común. No pretendo que cada uno se haga su comida o que cada uno se lave su ropa; sólo quiero que entiendan que hay cosas que son de todos y que si las hacen no es ayuda para mí, como si me hicieran a mí el favor; es por el bien de todos, creo yo.
No es una queja, es más bien una pregunta muy amplia ¿vivo sola?
Y ¡ojo! Reconozco que todo esto es responsabilidad mía. Yo he sido la que lo ha permitido por 18 años, así que, más que culpar, lo único que quisiera es que alguien se detuviera a pensar que es de sabios cambiar de opinión.
Que se vale apoyar al otro cuando la está cagando, podrían darse cuenta que esto no está del todo bien esto y tomar la iniciativa para cambiar las cosas. Porque cuando se trata de reclamar, para eso estamos más que puestos a decirlo, pero cuando se trata de apoyar o reconocer, ahí ya nos hacemos más, como el tío Lolo.
¿Cómo conseguir que me ayuden en casa?
No lo sé… despareciendo, ¿tal vez?