Si, como nosotras, estás en el 4to piso, seguramente sabes de qué te hablo cuando menciono la prueba de amor.
Desconozco si a estas alturas de la vida se siga utilizando el término como en nuestra juventud; mis enanos son adolescentes y todavía (creo) no están en esos rollos y, acá entre nos, no he preguntado tampoco.
En mi época de mocedad, la supuesta prueba de amor era cuando los chicos te pedían tener relaciones sexuales para demostrar tu amor por ellos.
Hoy veo la prueba de amor, diferente…
Si bien nunca creí que el tener relaciones con alguien fuera una prueba de amor, era un tema recurrente en aquel entonces.
Ahora, después de tantos años, sigo convencida que las relaciones sexuales no son una prueba de amor. Algún día contaré lo que pienso del sexo en todos los sentidos, pero hoy voy por otro lado.
No cabe duda que somos seres totalmente diferentes unos de otros y eso hace que tengamos puntos de vista y perspectivas diferentes también.
En mi caso, obviamente, no es la excepción.
Creo que la manera en que cada uno demuestre su amor puede llegar a ser muy diferente y eso no significa que sea más o mejor.
Pero también es cierto que no todos reciben esas pruebas de amor de igual forma y lo que para mí puede ser una prueba de amor muy grande, para otro puede ser una completa tontería.
Entonces ¿cómo hacemos para coincidir?
Definitivamente aquí caben puntos muy importantes a mencionar.
Primero, lo que está claro es que la comunicación es la base de cualquier tipo de relación. Si hay algo que no gusta, que molesta o, por el contrario, algo que encanta y hace vibrar; es necesario decirlo, el otro no puede ser adivino para saber que sí y que no con todo el mundo.
Por otro lado, conocer a las personas. Si tú sabes que tienes un hijo al que le encantan las muestras de cariño físicas, de plano estarás perdiendo el tiempo y energía intentando demostrarle tu amor con otro tipo de cosas.
En cambio, si tienes un marido que no le gusta mucho el contacto físico o que estés de empalagosa todo el día, las mejores muestras de cariño no serán los besos y abrazos todo el tiempo.
Ese es mi caso
Yo no soy demasiado efusiva ni demostrativa, físicamente hablando. No me encanta el contacto físico constante, soy de besos, abrazos y apapachos, pero en su justa medida (según yo).
Así que intento demostrar mi amor y cariño de otras formas. Me gusta ser detallista y me gusta tener a mi familia contenta, aunque para ello tenga que meterme a la cocina.
No soy ama de casa nata
Por lo que no soy fan de la limpieza de casa, es decir, no nací con la vena de cenicienta.
Pero hay dos cosas que, de verdad, me ponen los pelos de punta: hacer la cama y hacer de comer.
Nunca tengo hambre, así que imagina lo que es, para mí, tener que pensar todos los días en qué voy a hacer de comer y hacerlo.
Y tengo que decirlo, cocino muy rico; bueno, eso creo yo, porque mi comida siempre se termina y mis enanos me piden que les cocine; pero para una persona que no le gusta comer, el cocinar es, realmente, un martirio.
Así que si mi familia está buscando una prueba de amor por ellos, ahí las tienen, su comida lista todos los días a las tres, estés o no estés…