Literalmente no sé en qué momento mi tiempo cambió de dueño, sólo sé que, para el resto del personal, yo siempre tengo tiempo.
Tienen esa idea, no sé porque, de que yo no hago todo el día o que me sobra tiempo para hacer lo que yo quiera cuando yo quiera; y si no tengo nada que hacer puedo hacer lo que ellos quieran cuando ellos quieran.
Soy consciente de que nadie hace nada que yo no permita, pero tampoco creo que sea tan difícil de entender cuando digo simple y llanamente “tengo trabajo que hacer”.
El otro día, mi enano menor me soltó que lo que yo tengo no es trabajo sino un hobbie; que lo hago por gusto.
Y eso me lleva a un tema que ya toqué en otro momento
O sea que si tengo un hobbie que me encanta y decido que sea mi modo de ganarme la vida, ¿está mal?
En su momento hablé de que la gente cree que porque haces lo que te gusta, lo que amas o para lo que tienes un don, deberías hacerlo gratis o muy barato; como si tu tiempo, tu esfuerzo o tus horas de aprendizaje no tuvieran ningún valor.
Ahora hablamos de mi tiempo
Quizás se dejen llevar por el hecho de que trabajando en casa es mucho más fácil que deje de hacer lo que estoy haciendo para hacer lo que ellos necesitan, total, no tengo hora de entrada u hora de salida y no tengo que rendirle cuentas a ningún patrón.
Lo cierto es que eso hace que mi tiempo cambió de dueño
Simplemente no soy dueña de mi tiempo, hago planes, hago listas de cosas por hacer, organizo mi día… y al final siempre surge algo que interrumpe lo que estoy haciendo.
En este punto es donde necesito detenerme y analizar la situación a profundidad.
¿En qué momento mi tiempo cambió de dueño?
Yo dejé que pasara, eso es lo único cierto y lo sigo permitiendo.
Si trabajara ocho horas fuera de casa, sabrían que, en ese tiempo, no podrían contar conmigo; así que tendrían que arreglárselas solos o esperar a que llegara a casa.
Pero también es cierto que mis propios miedos a tener éxito con lo que hago (y eso tiene que ver con otros temas de sanación que necesito trabajar en mí, todo un proceso) hacen que permita que eso pase, de esa forma tengo el pretexto perfecto para no prosperar: no me dejan.
Siempre será más fácil culpar a otros de lo que nosotros mismos provocamos, es la manera más sencilla de seguir viviendo con nosotros mismos, porque hacernos responsables de nuestros actos haría que tuviéramos la posibilidad de solucionarlo y eso implicaría salir de nuestra bendita zona de confort; cosa que a nuestro cerebro lo vuelve loco.
Conclusión: estoy entrenándome para empezar a creer, de verdad, que lo que amo hacer es lo que quiero como mi forma de generar ingresos, es decir, como mi trabajo. Partiendo de ahí me marcaré mis tiempos y con eso podré poner límites al resto del personal; que, dicho sea de paso, lo entenderán perfectamente; tontos no son y como sé que me aman incondicionalmente, estarán felices de ser parte de mi evolución y éxito personal y profesional.
Así que mi tiempo no cambió de dueño, solamente se los presté tantito en lo que organizo mi vida, mis pensamientos y mis prioridades… sobre todo, mientras apago mis propios miedos.
De todas formas ¿cuál tiempo? Yo ni reloj uso y la mayor parte de la vida, no sé qué hora es. Cabe mencionar que con este encierro siento que he perdido horas y este horario de invierno me vuelve loca, no soporto que se oscurezca tan temprano; amo la luz del día…