La relación termino, por lo tanto, termino el tú y yo.
Pasamos a ser solo tú un espacio muy grande y yo.
¡Uta! Cómo cuesta llegar a ese punto, cómo duele el alma, el cuerpo y hasta el cuerpo astral me cae.
Terminar con una relación es de valientes, es de seres humanos con mucha fuerza.
El asunto es saber cuándo terminar con la relación o darte cuenta de que ya está terminada dicha relación.
El tú y yo nos lleva a los más cursi de nuestro ser.
Lo estoy diciendo en buena onda, el pensar en un tú y yo escuchamos de fondo el:
“Y vivieron felices para siempre”
La mayoría de nosotras que decidimos compartir nuestra vida con alguien no fue con el pensamiento de los millenias que ya hasta antes de casarse firman el acta de divorcio.
Por lo menos yo en mi relación atípica con el papá de mis hijas si estaba convencida de que me iba a morir con él.
Teníamos planes para cuando estuviéramos viejos y achacosos, sabíamos lo que significaba estar juntos toda la vida.
Bue… eso quería pensar yo.
Pasarón 10 años de mi relación atípica y al final de todos los conflictos cada vez fue siendo menos importante el hablar de envejecer juntos.
Cuando el tú y yo se convirtió en el tú, yo y niñas todo comenzó a cambiar.
Y por lo tanto lo modificamos con las consecuencias y con mucha felicidad porque el sentimiento hacía las crías de uno es muy fuerte.
La relación fue desarrollándose en donde fuimos tan inmaduros al no saber combinar nuestros deseos con nuestras responsabilidades.
Todo esto llevo a una ruptura que en realidad sí que me di cuenta.
Y estoy segura de que él también, pero no tuvimos los huevos ninguno de los dos para enfrentarlo.
Y el tú y yo se rompió
Se rompió y los dos escuchamos el ¡crack! cuando trono, pero no queríamos darnos cuenta.
Por mi parte cuando trono lo primero que surgió fue el querer volver a pegar las piezas, comencé a tratar de ser la mujer de la que él se había enamorado, pero yo ya no era esa mujer.
Ya no tenía 31 años que eso era lo de menos, pero así lo pensé en su momento.
Segundo porque mi realidad en ese momento era otra, estaba entrado a ese espiral de amargura en donde todo estaba en mi contra y todo me salía mal, me estaba haciendo yo misma la vida pesada.
Pero aun así yo me imaginaba mi relación como esas piezas japonesas que se rompen y que las vuelven a unir con oro, me imaginaba que iba a ser más bonita y valiosa.
Pero lo roto, roto esta, roto se queda, así se utilice oro para unirlo se sigue viendo roto.
Asumir el término de una relación, del tú y yo no es fácil
Fácil es enamorarte e imaginar una vida juntos, eso es fácil.
Fácil es entregarte a una persona si pensar en el mañana.
Fácil es imaginarte toda la vida con él.
Fácil es verlo como el hombre de tu vida.
Fácil es ponerle la etiqueta de “amor”
Eso es fácil.
Lo cabrón es cuando termina esta relación, damos por sentado que por el hecho de estar juntos y tener hijos vamos a estar juntos para siempre, damos por sentada la vida juntos.
Y la neta que no es así, se deben tener los ovarios bien puestos para aceptar que ya no es fácil, que no es lo que era antes, que no son las mismas personas.
Que la vida va a cambiar, los sentimientos de amor que se tenían mutaron en algo distinto, algunas veces se convierten en sentimientos tan feos que desconoces a esa persona o te desconoces a ti.
Yo lo desconozco hasta hoy día
Aquel tipo que me conquistaba con solo voltearme a ver, que no necesitaba ni siquiera articular palabra, solo era verme a los ojos, aquel tipo se desvaneció.
Aquellas platicas interminables de todo lo que pensábamos del universo, de la vida, de lo que hay fuera del planeta, todo eso desapareció.
Aquel tipo que me hacía sentirme segura que no había cosa que se me atorara que él solucionarlo, que me admiraba, que me creía una mujer fuerte, de repente desapareció.
Hoy día esas dos personas en esa relación desaparecieron, ninguno de los dos somos iguales.
Para mi él se volvió un extraño, un hombre que yo no conocía, y no me estoy haciendo pendeja sola, sé que nunca fue realmente él conmigo, la prueba esa que no lo conozco.
Cuando el tú y yo se rompió ya no lo vi, ya no supe de él, ya no sé en dónde está, ya no sé si respira o no.
Desapareció para mí, y no porque yo lo haya decidido él simplemente ya no quiso saber de mí.
Al principio dolió mucho
Era tal el dolor que deje de sentir, nunca le lloré, nunca deje salir ese dolor por ningún lado, ni siquiera me enferme, lo guarde.
No deje que mis hijas vieran que su mamá tenía dolor, al final es mi dolor no el de ellas, ellas pues tienen su papá de celular y llamaditas de vez en cuando.
Pero el acopio de valor combinado con el dolor hizo que tuviera una catarsis muy fuerte, creando a la mujer que soy.
No sé si voy a lograr ser la misma de antes, pero te digo algo… me gusta más esta versión que la anterior.
Ahora sí que me gusta más esta temporada de la anterior.
No fue fácil, pero hoy agradezco al universo hacerme pasar por ese dolor tan intenso que hizo que llegara al fondo y me reconciliara conmigo misma.
Y quiero decirte algo
Antes de terminar de escribir quiero que sepas algo:
En mi propia experiencia detenida en estas carnes y células te puedo decir que, solo vivimos consciente una vida a la vez.
Hoy estamos aquí enfrentando esta experiencia de vida, y no vale la pena por ningún motivo y lee bien por ningún motivo ni siquiera por tus propios hijos, querer pegar las piezas de algo que ya se rompió.
Cuando algo se rompe, se rompe, si se astilla pues igual y no lo ves o puedes vivir con ello, pero si se rompe, ni el oro ni el sentimiento más fuerte lo puede pegar.
Tienes todo el derecho de quererlo pegar cuantas veces quieras, ¡a huevo que sí!, de lo que no tienes derecho es de hacerte güey en una situación que tú sabes que ya no tienes remedio.
Se valiente, se fuerte y busca la mejor forma de terminar y pasar al otro nivel.
Termina una relación de frente cara a cara, y con los ovarios y el corazón en la mano, ofreciendo lo mejor de ti… tu sinceridad.
Las cosas por más New Edge que se escuche pasan por algo, y no es malo no pasar toda la vida con alguien, puedes pasar tu vida con “alguienes”, lo único que es tuyo son tus hijos.
Y por ellos no puedes vivir en la amargura aguantando a alguien que eran tu: tú y yo.
Los hijos prefieren padres felices separados que juntos cagándose la vida juntos, te lo digo por experiencia pura y dura.
La relación se acabó, pues no pasa nada, afronta con valentía que el mundo es de los valientes.