No sé si te pase como a mí, pero a partir de mi llegada al 4to Piso, esas frases favoritas de mi mamá me retumban en la cabeza una y otra vez.
Es como si cada vez que pensara, sintiera o hiciera algo se activara el botón de “reproducir” en mi cabeza; incluso al grado de sentirme observada, como si mi mamá estuviera viéndome cuando no se encuentra ni cerca.
De repente se vuelve como omnipresente.
Y eso me genera un estrés y una frustración increíble.
Por un lado, porque son frases que me chocaron de niña, adolescente y joven; y por otro, porque no quiero decirlas y, a veces, he estado a punto de soltarlas.
La verdad es que con la mayoría de ellas no concuerdo y por eso es que me siguen doliendo y lastimando a pesar del paso de los años.
Te voy a contar las frases favoritas de mi mamá, ya me dirás si la tuya también las usaba o usa.
1. “Cuando tengas hijos me vas a entender”
Nunca he entendido esta frase, ni porqué las mamás la usan tanto. Cada mamá es diferente y, por lógica, cada hijo también. Así que las situaciones y experiencias serán diferentes y no todos actuamos o reaccionamos igual.
Si nos comunicáramos de manera correcta, no tendríamos que esperar a tener hijos para entender a nuestras mamás, pero tampoco ellas deberían esperar a que nosotros tengamos hijos para intentar entendernos como hijas.
Hasta ahora, no les he dicho eso a mis enanos y espero no hacerlo; intento, por todos los medios, que me entiendan y entenderlos AHORA, no en un futuro.
2. “Me duele más a mí que a ti”
¡Sí, claro!
Esta frase me parece de lo más falsa, entiendo que a uno como mamá le duele todo lo que le pasa a sus hijos, pero decir que duele más que a ellos me parece un poco fuerte.
Nadie puede sentir más dolor por una situación que la persona que la está sufriendo.
En mi caso, no aplicó en golpes porque mis papás nunca me dieron ni siquiera una cachetada; pero con respecto a la condición de mi columna, mi mamá lleva más de treinta años adjudicándose un dolor que no entiende ni entenderá.
Que ella me diga que le duele más a ella verme cómo me veo físicamente y saber que estoy sufriendo que lo que yo siento en realidad, me parece muy fuerte. Soy yo la que tiene que verse todos los días al espejo estando deforme y la que se ha levantado y vivido todos los días con dolor desde hace más de treinta años.
Y siento que esto aplica para cualquier situación.
3. “Yo no sé qué estoy pagando con una hija como tú”
Esta es muy fuerte.
En el caso de mi mamá, suele decírmelo cuando discutimos, cuando no estamos de acuerdo con algo o, incluso, cuando se refiere a mi condición física.
Según ella, todo lo malo que me pasa o hago, es un castigo para ella, que debió haber sido muy mala persona para que Dios la castigue así.
4. “Como me ves, te verás”
Suena como amenaza.
No importa de lo que sea que estemos hablando, pero, en general, aplica a temas de salud o económicos.
Si yo hago algún comentario que no va por donde ella quiere o que le lleve la contraria en algún sentido, siempre sale con esa.
Ella tiende a quejarse mucho de todo y la verdad es que a mí la gente “quejicas” me pone de los nervios. Entiendo que hay cosas y personas por las que quejarse, pero no te instalas en un círculo de queja constante y sin salir de ahí.
Cuando se desespera, me suelta esta frase; y hasta se lo he dicho, que si tan mal está ella porque ese deseo de que yo esté como ella algún día.
5. “Cada día te pareces más a mí”
Y no me malentiendas, mi mamá no es mala persona y no es que no quiera parecerme a ella; la parte que me brinca es que es como una confirmación a su “amenaza” de la frase anterior.
Así que cada vez que me suelta esta, me retumba en la cabeza la otra y no quiero ser como esa parte negativa de ella.
Suele unirla a otra: “tú que tanto reniegas de mí y tanto me llevas la contraria y ve, cada día te pareces más a mí”.
Creo que lo que hace que la frase moleste tanto, es el contexto en el que la usa. No me molesta parecerme a ella, me molesta que lo haga ver como si fuera un castigo por ser como soy.
6. “No se te puede decir nada”
Ahora resulta que no se me puede decir nada.
Esta es clásica… y todo porque no estoy al 100% de acuerdo con todo lo que me dice.
Así que, cuando está esperando (dichosas expectativas) decirme algo y que yo inmediatamente le dé la razón o haga lo que me dice y eso no sucede, salta con esto.
A mí no se me puede decir nada porque todo me molesta, no sé porque no puede entender que simplemente tengo puntos de vista diferentes y criterios propios; o maneras de hacer las cosas diferentes y no por ello, mejores o peores.
7. “Te lo dije”
La confirmación de que “la cagaste”.
Ok, estoy de acuerdo en que uno la riega más de una vez, pero te puedo asegurar que a nadie le gusta que cuando esto pase, le estén restregando que fallaron o fracasaron en algo.
Al contrario, supongo que, como a mí, gusta que nos apoyen y que mejor nos digan algo como “no pasa nada, así se aprende y todo tiene solución”.
En vez de estarnos recordando que ellas son perfectas, como si nunca la hubieran regado en sus vidas. (Esto aplica para todo aquel que le guste usar esta frase).
Tengo más frases favoritas de mi mamá…
Pero creo que con estas te puedes dar una idea de que mi mamá siempre fue una mamá controladora, no estoy criticando su forma de ser como mamá; yo soy mamá y si en algo estoy de acuerdo es que hacemos nuestro mejor esfuerzo por ser las mejores madres; aunque, a veces, la caguemos y mucho.
Lo que quiero con este post son dos cosas: la primera, sacar estas frases de mi cabeza en el sentido de estarme condicionando mi forma de ser; llegué a ese punto de mi vida en el que quiero ser yo, tal cual. Y eso implica sacar o transformar, creencias que no me dejaron ser yo misma a lo largo de mis cuatro pisos.
La segunda, que si alguna mujer se está sintiendo mal porque tiene sentimientos encontrados con respecto a su mamá y se está sintiendo mala hija (porque así me sentía yo), sepa que no es así. No somos malas hijas, ni estamos fallando; simplemente somos diferentes a nuestras mamás y podemos amarlas inmensamente, pero eso no quiere decir que tengamos que aceptarlas tal cual son o dejar que nos lastimen o hieran con sus palabras o hechos.
No tiene caso (y te lo digo por experiencia) intentar hablar con ella y explicarle cómo me siento o cómo me hace sentir, porque alguna de estas frases brinca “ipso facto”; lo único que queda por hacer es trabajar una misma para no dejar que esas frases, comentarios o acciones nos sigan lastimando.
Ella es como es y, como ella misma me ha dicho, no va a cambiar ahora; así que pretender que me entienda a estas alturas es misión imposible; es algo que yo no puedo controlar ni cambiar, pero lo que sí puedo controlar y cambiar es el cómo me siento y no permitir que me lastimen nunca más las frases favoritas de mi mamá.