A simple vista, asusta un poco pensar que todo lo que estamos viviendo es el resultado de nuestras decisiones; es muchísima responsabilidad.
Por otro lado, tiene mucho de cierto.
Nosotros, nuestra vida, lo que somos, está hecho de historias, de personas, de recuerdos, de aprendizajes y todo ello nos ha llevado por un camino en el que las tomas de decisiones han marcado varios “antes y después”.
Por eso es que, a veces, los “hubiera” nos lastiman tanto…
Sé, perfectamente, al igual que tú, que los hubiera no existen; lo que pasó o no pasó, ya está y no hay marcha atrás; por eso es que en esta parte de mi historia, insisto mucho en que hay que vivir el momento y cuando digo eso no es sólo por el hecho de disfrutarlo sino de estar realmente presente.
Cuántas veces habremos tomado decisiones, habremos hecho cosas o habremos perdido muchas otras por estar en montones de cosas a la vez; y si los “hubiera” son dolorosos, los pensamientos de que “hubiera pensado mejor las cosas” suelen ser casi mortales.
Entonces llegamos al momento presente y cuando nos quejamos de tal o cual situación o persona, nos vienen pensamientos o, incluso alguien más nos lo dice, de que todo nos pasa porque nosotros lo decidimos.
Como ejemplo, yo me quejo de varias cosas del homeschooling porque en algún momento de mi vida decidí tener hijos; los que no tienen hijos no están pasando por eso.
Ok, va; tiene su parte de lógica, pero lo cierto es que, si bien, somos el resultado de nuestras decisiones también formamos parte de las decisiones de otros; porque vivimos en sociedad, en grupo y las decisiones de otros nos afectan a nosotros como las nuestras a los demás.
Como en todo, creo que lo importante es encontrar un equilibrio
Si logramos entender que nuestras decisiones no sólo nos afectan a nosotros sino también a nuestro entorno, será más fácil tratar de estar completamente presente en cada momento de nuestras vidas, para así pensar las cosas antes de decidir; aun cuando sean decisiones que nos parezcan irrelevantes; todas tienen su importancia a la larga.
Pero también es verdad que no debemos castigarnos una y otra y otra y otra vez por las decisiones que tomamos.
Es parte de ese equilibrio
Aceptar que parte de lo que somos y vivimos es por nuestras propias decisiones, pero también que los demás toman decisiones que nos afectan y que no tenemos que cargar con esa responsabilidad; que se vale darle a cada quien su carga.
Cuando le damos a cada cosa, a cada persona y a cada situación el significado que realmente tienen, es más fácil elegir que batallas provocamos nosotras, cuáles provocan otros… sobre todo, cuáles batallas valen la pena pelear.